A partir de un ensayo recientemente publicado, que afirmó que los bloqueos durante la primera ola de Covid-19 en los Estados Unidos solo previnieron el 0.2% de las muertes, analizamos la mejor evidencia disponible. Por qué no es real ese dato.
Como medidas no farmacéuticas contra el Covid-19 entendemos: el uso de máscaras, el distanciamiento social, las órdenes de «quedarse en casa», los cierres de escuelas y comercios no escenciales, los cierres de fronteras, las cuarentenas, el aislamiento de individuos enfermos, y el rastreo de contactos.
De todos, el más medible en cuanto a efecto, ya que tiene una fecha de inicio y fin, y generalmente se toma a partir de órdenes de las autoridades sanitarias, es el bloqueo o cuarentena.
El objetivo principal de estas medidas de mitigación es preservar el sistema de salud, para que toda la población que lo necesite, pueda tener la atención médica adecuada.
El primer estudio importante que evaluó el efecto de las medidas no farmacéuticas en el Covid-19, se publicó el 13 de agosto del 2020, en Nature, a cargo de investigadores del Imperial College de Londres.
En Estimando el efecto de las medidas no farmacéuticas sobre el Covid-19 en Europa (1), analizaron los efectos de estas en 11 países europeos (Francia, Italia, España, Alemania, Reino Unido, Austria, Suiza, Noruega, Suecia, Dinamarca y Bélgica), desde febrero del 2020, hasta el 4 de mayo del mismo año.
Incluyó los primeros 3 meses de la pandemia, hasta que se aliviaron las medidas. Este periodo abarcó la primera ola de Covid-19 en Europa, que fue la más dramática, con toda la población susceptible (sin vacunas y sin antecedentes de infección previa, antes un virus nuevo y desconocido), con fotos de hospitales saturados, con pacientes acostados en decúbito prono (boca abajo), y relatos de fallecidos sin haber recibido atención médica.
En estos 11 países viven 375 millones de personas, y se registraron 129.928 muertes por Covid-19 hasta el 4 de mayo del 2020.
Calcularon la variación del número reproductivo en el tiempo (Rt), como un parámetro de crecimiento del número de casos y de las muertes.
El Rt es el número promedio de casos que se generan a partir de un individuo infectado, durante el curso de su enfermedad (en ese momento se había calculado en 2.5 a 3.5-4).
Todas las intervenciones aplicadas fueron suficientes para poner el Rt por debajo de 1, como un indicador de control de la pandemia, en los 11 países evaluados.
Tuvieron en cuenta para los cálculos la subestimación de casos clásica del Covid-19, debido al subregistro de los pacientes asintomáticos, y a la limitación de la capacidad de testeos, por lo que el número total de casos lo estimaron a partir de la tasa de fatalidad de la infección (teniendo en cuenta el número de fallecidos, sabiendo la mortalidad, calcularon el número total de casos, a partir de los susceptibles a la infección, es decir, contando «para atrás» en el tiempo).
Hicieron cálculos de distintos escenarios teóricos, modificando el Rt. Por ejemplo, dejando el Rt en los valores iniciales de 2-4, calcularon cuantos infectados y muertes hubiera habido.
El primer país en iniciar y relajar las medidas fue Italia, seguido de España. La tasa más alta de ataque (es decir, porcentaje de la población infectada) fue en Bélgica (8.8%), seguida de España (5.5%), y la menor, fue en Alemania (0.8%).
El Rt promedio inicial se calculó para todos los países en 3.8 (2.4 a 5.6)
Estimaron que se contagiaron en estas naciones, en promedio, de 12 a 15 millones de habitantes (3.2 al 4% de la población). Tras la aplicación de las medidas, el Rt se llevó a 0.66 de promedio en todos los países, con un 82% de reducción en relación a los valores antes de las intervenciones. Se calcula que se evitaron 3.1 millones de muertes con las medidas tomadas.
Este número podría ser mayor si se hiciera un cálculo en un sistema de salud saturado, en el cuál muchos individuos no hubieran podido acceder al medio hospitalario y a los cuidados críticos.
Los resultados mostraron que las intervenciones no farmacéuticas tuvieron un gran efecto en reducir la transmisión, y que debía considerarse continuarlas en el tiempo, para mantener la transmisión del virus bajo control.
Las medidas que tuvieron más efecto sobre la reducción de los casos, fueron los bloqueos o cuarentenas. Está a su vez, es la más medible (tiene una fecha de inicio, y fecha de terminación).
Otro estudio, llevado adelante por la Universidad de Columbia, y publicado el 20 de mayo del 2020, afirmó que un retraso de una semana, a principios de marzo del 2020, en la implementación de los bloqueos en los Estados Unidos, costó al menos 36.000 vidas (2, 3), es decir, en lugar de tener 65.307 muertes, hubieran tenido 29.410.
En dirección opuesta a estos datos, recientemente se publicó un análisis (4) de un trío de economistas, en el que afirman que los bloqueos o cuarentenas durante la primera ola del Covid-19, hicieron poco para reducir el número de muertes relacionadas.
Afirman aquí que los bloqueos en los Estados Unidos, y las órdenes de «quedarse en casa», solo redujeron las muertes en un 0.2% y 2.9%, respectivamente. El estudio se dió a conocer en la revista Studies in Applied Economics, y fue comentado en Medscape el 4 de febrero de este años (5).
Tomaron datos de 34 estudios publicados hasta el 1 de julio del 2020, durante la primera ola de la pandemia.
Para sus cálculos vieron las tasas de mortalidad, sin considerar como los bloqueos hubieran afectado el número de casos o de hospitalizaciones. Tampoco usaron los pronósticos de muertes.
Sí consideraron en este estudio, como una medida con corta utilidad, que el cerrar los negocios no escenciales, como los bares, pudo llegar a reducir la mortalidad en un 10.6%.
Se enfocaron mayormente en el efecto de los bloqueos sobre la economía y la sociedad (es decir, la reducción de la actividad económica, la menor escolaridad, la inestabilidad política, el aumento del desempleo y de la violencia doméstica).
Enfatizan acá también como, sin quererlo, las órdenes de «quedarse en casa» dejaron que las personas se contagien en sus domicilios, e hicieron que no pudieran acceder a lugares seguros, como parques.
Los autores de este estudio son un danés, consejero del Centro de Estudios Políticos de Copenhague, un profesor de economía sueco, y el fundador y codirector de The Johns Hopkins Institute for Applied Economics, Global Health, and the Study of Business Enterprise). Ninguno de los autores es médico, ni epidemiólogo, ni tiene experiencia en estos campos.
Estos datos generaron controversias entre las personas a favor y en contra de los bloqueos o cuarentenas.
Entre la gente a favor, muchos citaron que el trabajo era de la Universidad John Hopkins, siendo en realidad uno solo de los autores afiliado a esta, y del área de economía. Además el trabajo no fue respaldado por la universidad en cuestión, por lo cual citar a dicha universidad en la autoría, resulta engañoso.
Varios de los estudios incluídos en el metanalisis concluyen que los bloqueos fueron beneficiosos, pese a lo cuál en el paper, los autores lo presenta como que no lo fue.
En esta investigación, también hay una definición errónea de «bloqueo», ya que lo consideran como una intervención no farmacéutica y compulsiva, que restringe el movimiento interno, cierra las escuelas y negocios, y prohibe los viajes internacionales.
No consideran así las recomendaciones del gobierno, las campañas de información, los testeos masivos, ni medidas como al vacunación.
Un bloqueo es una intervención no farmacéutica, típicamente definida como una medida que requiere que las personas se queden en su casa, y eviten actividades afuera, que involucren contacto con otras personas. Un bloqueo va desde quedarse en casa, hasta cierre de negocios.
Los tipos de restricciones implementadas, y la severidad del bloqueo, difieren mucho entre los países. Los estudios científicos publicados y con base epidemiológica coinciden que los bloqueos en el mundo fueron beneficiosos contra el Covid-19.