Los pacientes recuperados de Covid-19 leve, tienen células precursoras de linfocitos B en la médula ósea, que podrían producir anticuerpos durante décadas contra el SARS-CoV-2, y conferir protección.
En Noticias de Nature, se publicó el 27 de mayo de este año una interesante nota, acerca de la inmunidad duradera que confiere la infección por SARS-CoV-2. En publicaciones anteriores se vio como, en muchos pacientes que cursan una infección por Covid-19 leve, los títulos de anticuerpos disminuyen dramáticamente al cuarto mes de la infección, para ser indetectables en alrededor del 30% de los pacientes.
Acá muestra como las células plasmáticas (plasmocitos, y precursores de células B) de la médula ósea, mantienen durante meses, y probablemente años, la memoria inmunológica contra el SARS-CoV-2, y producen anticuerpos específicos. Está memoria puede ser estimulada tanto por la infección viral como por las vacunas.
Este mecanismo de respuesta inmune es conocido para otras infecciones virales. Acá lo demuestran en respuesta al SARS-CoV-2, hasta 11 meses después de la infección primaria. Estas son buenas noticias respecto a la protección que aporta tanto la infección, como la vacunación para Covid-19.
La aparición de algunas variantes emergentes del SARS-CoV-2 podrían mitigar el efecto neutralizante de los anticuerpos, lo que puede hacer necesario un refuerzo en la inmunización.
