Severidad de la infección por COVID-19 e hiperglucemia: ¿El huevo o la gallina?

por | 3, Sep, 2021 | Tratamiento

5 minutos de lectura

Las medidas de aislamiento y el miedo al contagio conllevaron a un deficiente control y seguimiento de muchas enfermedades crónicas como la diabetes y la obesidad.

El control de la diabetes ha demostrado ser un factor pronóstico de la enfermedad por COVID-19.

La evaluación y manejo adecuado de la hiperglucemia es crucial durante la infección por SARS-CoV-2.

La infección por SARS-CoV-2 podría desencadenar procesos que incrementen el riesgo de desarrollar diabetes.

Quedan por dilucidar los efectos a largo plazo de la interrelación entre el COVID- 19 y la diabetes, donde la inflamación crónica de bajo grado y el daño a la célula beta jugarían un rol crucial.

Estas son algunas de las conclusiones publicadas el 15 de mayo de este año en una Mini Revisión en el World Journal of Diabetes, una revisión sobre la interrelación entre la infección por COVID-19 y la hiperglucemia/diabetes.

Desde los inicios de la pandemia, la presencia de diabetes se ha contado entre los factores de riesgo de mala evolución de la infección por SARS-CoV-2, especialmente ante la presencia de otras comorbilidades. Cuanto peor el control metabólico, mayor la severidad de la infección y el riesgo de mortalidad.

El COVID-19 se caracteriza por provocar una “tormenta de citoquinas” que media gran parte del daño multiorgánico producido por la enfermedad, habiéndose hallado correlación entre el nivel de respuesta inflamatoria y la severidad de la enfermedad. La hiperglucemia prolongada puede comprometer la respuesta inmunológica, independientemente del tipo de diabetes.

Por otro lado, la inflamación provoca estrés oxidativo que daña proteínas, lípidos y ADN de manera sistémica, y localmente en músculo e hígado (los principales órganos reguladores del metabolismo de la glucosa), incrementando la insulinorresistencia.

En la diabetes mellitus tipo 2, el daño ocasionado por la inflamación de la célula beta se ve empeorado por la lipotoxicidad, que deteriora aún más la función pancreática. La diabetes y la obesidad favorecen el cambio del perfil macrofágico predominante antiinflamatorio (M2) a proinflamatorio (M1), exacerbando el proceso. Así mismo, la actividad de las células natural killers (NK) es menor en los pacientes con diabetes, teniendo el defecto relación con el valor de HbA1c.

La obesidad confiere un estado de inflamación crónica de bajo grado, resultado de la secreción de citoquinas y sustancias proinflamatorias. Por tanto, la obesidad tan frecuentemente asociada a la diabetes, potencia el daño ocasionado por el COVID-19.

La hiperglucemia se asocia con una mayor replicación y proliferación viral y a mayor mortalidad, independientemente de la presencia de diabetes preexistente. En estos últimos, la presencia de la infección por COVID-19 ocasiona deterioro del control glucémico y se asocia a complicaciones metabólicas severas. Sin embargo, acorde a la literatura disponible, los pacientes con COVID-19 e hiperglucemia de nueva aparición (de estrés/ inducida por COVID-19), muestran un peor curso de la enfermedad, mayor tasa de complicaciones y mortalidad por todas las causas en comparación con los pacientes normoglucémicos o con diabetes preexistente.

Simultáneamente, se ha observado una mayor incidencia de diabetes de nuevo diagnóstico en pacientes con infección por SARS-CoV-2, aún en ausencia de uso de corticoides. La unión del SARS-CoV-2 al receptor de la enzima convertidora de angiotensina II (ACE2) permite el ingreso del virus a la célula beta, y luego de la endocitosis del complejo, se produce el down- regulation del receptor de ACE2. Esto permite un efecto dual: provoca daño local en los islotes pancreáticos, y deja a la angiotensina II sin freno, que puede afectar la secreción de insulina reduciendo el flujo sanguíneo e incrementando el estrés oxidativo.

Esta hiperglucemia “de novo” resultó ser un predictor independiente de mortalidad, pero queda aún por determinar cuál es el efecto metabólico a largo plazo. Para dar respuestas a este enigma, se está llevando a cabo un registro mundial de pacientes con diabetes relacionada a COVID-19 (Proyecto COVIDIAB).

Cabe destacar que la hiperglucemia también es de esperar en los pacientes con COVID-19 por el uso generalizado de dexametasona. En todos los casos de hiperglucemia/diabetes, el manejo hospitalario con insulina resulta efectivo. Las medidas de aislamiento y el miedo al contagio conllevaron a un deficiente control y seguimiento de muchas enfermedades crónicas como la diabetes y la obesidad.

Sobre el autor

Natalia Garrido Santos

Natalia Garrido Santos

AUTOR

Médica Especialista en Medicina Familiar y en Medicina Interna. MN 123410 – Egresada de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Médica especializada en Diabetes (SAD). Medical Scientific Liaison en Novo Nordisk Argentina.

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