Nutrición en adultos mayores: vitaminas y agua (Parte 4/5)

por | 19, Sep, 2023 | Nutrición

13–14 minutos de lectura

Continuamos en INFOMED con el resumen de una guía española, con todo lo que tenemos que saber de la nutrición en adultos mayores (1). Cuarta parte: vitaminas y agua.

PUNTOS CLAVE

  • Ingesta recomendada de: riboflavina, niacina, vitamina B6, ácido fólico, vitamina B12, vitamina C, vitamina A, vitamina E, vitamina D y vitamina K.
  • ¿Por qué es frecuente el déficit de vitamina D en los adultos-mayores?
  • El agua: componente esencial para el mantenimiento de la vida.

Riboflavina (vitamina B2)

  • La IR de vitamina B2 es de 0,6 mg/1000 kcal o expresada en cifras absolutas: 1,4 y 1,1 mg/día, para hombres y mujeres, respectivamente.

Su absorción no disminuye con la edad. Se encuentra en lácteos (principal fuente), hígado, carnes, huevos y frutos secos.

 

Niacina

  • Las IR de niacina es de 16 mg/día para hombres y 12 mg para las mujeres, similares a las de adultos jóvenes.

Las coenzimas en las que participa la niacina, son fundamentales en el metabolismo energético, especialmente en el metabolismo de glucosa, grasa y alcohol.

Otras funciones están relacionadas con el sistema nervioso, el aparato digestivo y la piel.

Puede obtenerse como tal niacina directamente de la dieta (carnes, pescados, papa, pan, cereales, frutos secos) o también a partir del aminoácido triptófano (leche y huevos, principalmente).

 

Vitamina B6 

  • Las IR de vitamina B6 son de 1,8 y 1,6 mg/día para hombres y mujeres, respectivamente.

Algunos estudios han observado bajos niveles plasmáticos de vitamina B6 en ancianos, por lo que se ha sugerido que las IR deberían incrementarse a unos 2 mg/día.

Puede existir una mayor síntesis bacteriana de la vitamina, tras el mayor crecimiento bacteriano en el intestino delgado como consecuencia de la gastritis atrófica.

La vitamina B6 es un cofactor de numerosas enzimas relacionadas con el metabolismo proteico, así como también interviene en la función cognitiva e inmune.

Se encuentra en carnes, pescados, huevos y cereales.

 

Ácido fólico

  • La IR folatos es de 400 µg/día. 

Previene la anemia macrocítica. Su deficiencia se considera un factor de riesgo independiente en la enfermedad cardiovascular, al determinar, junto con deficiencias de vitaminas B6 y B12, aumentos en la concentración del aminoácido homocisteína, que parece favorecer la coagulación y el deterioro de la pared arterial.

La baja ingesta de folatos también se ha asociado con confusión leve, irritabilidad, depresión, apatía, alteraciones de la memoria y demencia.

El ácido fólico se encuentra en las verduras de hoja verde (espinacas, acelgas), hígado y legumbres.

Vitamina B12

  • La IR de vitamina B12 para los adultos mayores es de 2 µg/día.

Estas pueden ser bajas para aquellos que tengan gastritis atrófica, por lo que algunos recomiendan consumir hasta 2,5 µg/día.

Existen mayores necesidades de vitamina B12, como consecuencia de la atrofia gástrica relacionada con la edad y la consecuente menor secreción ácida y de factor intrínseco.

Entre un 10 y un 30 % de las personas mayores han perdido la capacidad de absorber adecuadamente la forma de vitamina B12 que se encuentra en los alimentos (vitamina B12 unida a proteínas), por lo que deberían cubrir la mayor parte de las IR a través de alimentos fortificados o suplementos (vitamina B12 cristalina).

Gracias a los depósitos de almacenes hepáticos, y a su vida media tan larga, son necesarios de 6 a 12 años para desarrollar una deficiencia de vitamina B12, por lo que la anemia perniciosa clásica es rara en los ancianos, y solo aparece cuando existe una completa atrofia de la mucosa gástrica.

La deficiencia de vitamina B12 puede ser un factor de riesgo de enfermedad cardiovascular, neuropatía periférica, ataxia o alteraciones cognitivas.

Se encuentra exclusivamente en los alimentos de origen animal (hígado, carnes, pescados, huevos y leche).

 

Vitamina C (ácido ascórbico)

  • La IR de vitamina C es de 60 mg/día, similar a la de los adultos más jóvenes.

En algunos países la IR es de hasta 100 mg/día.

Los niveles en sangre en ancianos de esta vitamina son menores que en jóvenes. Pese a esto, las IR son similares en ambas etapas de la vida.

Por sus propiedades antioxidantes puede jugar un importante papel en la prevención de cataratas, enfermedad coronaria, algunos tipos de cáncer y otras enfermedades degenerativas.

Se encuentra en frutas y hortalizas, especialmente en cítricos, fresas, tomates, morrones y papas.

Es muy sensible y lábil a la acción del oxígeno, luz o calor, por lo que las pérdidas en los procesos culinarios son importantes. Esta puede ser otra causa importante de deficiencia.

 

Vitamina A (retinol)

  • Las IR de vitamina A son de 1000 y 800 µg en hombres y mujeres de más de 60 años, respectivamente.

Los depósitos de vitamina A en el hígado suelen ser normales. Es esencial para un adecuado funcionamiento del sistema inmunitario y para mantener la piel y las mucosas sanas, pues participa en la síntesis proteica y en la diferenciación celular.

Su falta disminuye la resistencia a las infecciones y produce alteraciones digestivas, nerviosas, musculares y cutáneas.

En los alimentos se presenta en dos formas:

  1. Como retinol (vitamina A ya preformada) en los de origen animal (hígado, leche entera y manteca, principalmente) y
  2.  Como carotenos (provitamina A, especialmente-caroteno) que pueden ser convertidos en retinol en el organismo.

La normal conversión del caroteno en retinol suele ser menor en el mayor.

Vitamina E

  • La IR de vitamina E es de 12 mg/día, similar a la de los adultos más jóvenes.

Algunos estudios le atribuyen un rol en la protección en la enfermedad cardiovascular, al proteger de la oxidación a las lipoproteínas de baja densidad (LDL).

Son necesarios más estudios que analicen la relación entre el estatus en vitamina E y alteraciones de la función inmune, demencia, Alzheimer, cataratas, cáncer o fracturas de cadera.

 

Vitamina D

  • La IR es de 10 µg/día en adultos de 50 a 59 años y 15 µg/día en mayores de 60 años.

Esta es una de las vitaminas que se encuentra déficit más frecuentemente.

Con la edad, es cada vez más frecuente el déficit de vitamina D, por una menor eficacia en la síntesis cutánea de la vitamina (que solo se mantiene en un 25 % de los mayores), una menor capacidad de los riñones para activarla, baja exposición al sol y bajas ingestas.

Dado que la vitamina D se encuentra en pocos alimentos (pescados grasos y alimentos fortificados, principalmente), un alto porcentaje de los ancianos tiene ingestas muy bajas.

¿Por qué es frecuente el déficit de vitamina D en los adultos-mayores?

El déficit de vitamina D, en esta población, es frecuente por distintos motivos:

  • No abunda en los alimentos
  • Menor ingesta de alimentos y de vitamina D
  • Menor síntesis cutánea
  • Menores reservas del sustrato (7-dehidrocolesterol)
  • Menor exposición al sol
  • Menor actividad física
  • Exposición al sol con la piel cubierta
  • Menor hidroxilación renal para sintetizar la forma activa [1,25 (OH)2 D]
  • Menor capacidad para absorber la vitamina, por un menor número de receptores de vitamina D en la mucosa intestinal

Vitamina K (filoquina)

  • La IR de vitamina K es de 60-90 µg/día.

Los adultos mayores tienen concentraciones plasmáticas de vitamina K significativamente mayores que las de adultos más jóvenes. Interviene en la coagulación sanguínea, y en la mineralización.

El principal componente del cuerpo: el agua

En ausencia de condiciones que lo contraindiquen, un adulto mayor requiere 30 ml de agua por kilogramo de peso corporal, por día (es decir, al menos 2 litros diarios de agua).

El agua es un componente esencial para el mantenimiento de la vida. En las personas mayores hay que prestar mucha atención a su estado de hidratación.

Un hombre de 70-80 años tiene menos de un 60 % y una mujer de la misma edad una cantidad inferior al 50 %, siendo en algunos adultos mayores, la causa más importante de la reducción de peso en esta etapa de la vida.

Con la edad se producen cambios en la función renal y una importante disminución de la sensación de sed, lo que predispone a la deshidratación y a una menor termorregulación.

En un adulto joven, el hacer actividad física, incrementa el deseo de beber, pero en los adultos mayores, es menos frecuente que la misma actividad física, genere la misma sed.

Tras una hora de privación de agua, un joven puede ingerir hasta 10 ml de agua por kg de peso (por ejemplo, si pesa 70 kilos, va a tomar hasta 700 ml de agua), pero un adulto mayor va a consumir 3 ml/kg (un 30% de lo que consumiría un adulto joven).

La ingesta líquida, además de agua, puede incluir jugos, refrescos, infusiones, sopas, y leche.

Algunos adultos mayores tienen dificultades para acceder al agua (por enfermedades motoras, neurológicas o psiquiátricas, por ejemplo). Otros evitan consumir líquidos, por miedo a la incontinencia, o para evitar las urgencias de tener que ir al baño cuando están fuera de casa.

Hay que avisar a la gente mayor de la necesidad de ingerir bebidas a intervalos regulares de tiempo, incluso aunque no tengan sed.

La ingesta extra de líquidos puede realizarse por la mañana temprano, evitando, las personas que padecen incontinencia, el consumo de bebidas por la noche.

 

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Sobre el autor

Médico especialista en Medicina Interna. MN 117.882 – Egresado de la Universidad de Buenos Aires. Médico de Planta, Séptima Cátedra de Medicina – Hospital de Clínicas José de San Martín. Coordinador del módulo Clínico, Curso bienal de Emergentología – SAPUE. Asesor Médico, Gerencia Médica de Urgencias, OSDE. Contacto IG > @ramiroherediaok

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