Una investigación publicada en The BMJ hace algún tiempo, encontró que dormir la siesta 1 o 2 veces por semana puede prevenir eventos adversos cardiovasculares.
Distintas sociedades científicas coinciden en recomendar un descanso diario a los adultos de 18 a 64 años, de 7 a 9 horas de sueño, y a las personas de 65 o más años, 7 a 8 horas, para mantener la salud y el bienestar. Los bebés, los niños, y los adolescentes requieren más horas de sueño. Las horas de sueño diarias, tienden a disminuir con la edad.
Si una persona, pese a dormir las horas recomendadas, continúa sintiendo cansancio, es probable que requiera más horas de sueño.
Dormir un número insuficiente de horas por día se asocia con efectos adversos sobre la salud, que incluyen el sobrepeso, la obesidad, la enfermedad cardiovascular, y una mayor mortalidad por cualquier causa.
Los síntomas de la falta de sueño son la somnolencia diurna (es decir, quedarse dormido, o tender a hacerlo, sin intención), la disminución y el déficit de atención, estar distraído, una menor motivación, cansancio o fatiga, falta de energía, irritabilidad e incoordinación, con evidentes efectos negativos sobre la calidad de vida del que lo sufre, y de los que lo rodean.
Cerca del 30% de la población de los Estados Unidos reportó dormir 6 horas o menos por día.
La siesta, algo que es una costumbre para muchos, es un fenómeno transcultural. Generalmente se da en horas de la tarde, aunque puede ser en cualquier horario.
Consiste en descansar, desde algunos minutos, hasta horas, y entablar un sueño corto, con el objetivo de renovar energías, o de resistir una vigilia por venir (por ejemplo, asistir a un evento social de noche, como un casamiento o festejo). Es una rutina diaria en bebés y niños pequeños, que se tiende a perder en la edad adulta, y se recupera generalmente en la senectud.
Las personas varían tanto en su frecuencia (es decir, cada cuánto), como en su duración. Suele mejorar el estado de alerta y la sensación de bienestar de quién la toma.
En una recopilación de encuestas realizada en varios países, se vio que del 36 al 80% de las personas encuestadas tomaba una siesta, al menos una vez a la semana. Una encuesta de los Estados Unidos mostró que el 46% de las personas evaluadas tomaba una siesta al menos 2 veces al mes.
Las personas deciden tomar una siesta por distintas razones. Algunas, en respuesta a falta de horas de sueño nocturno, otras profilácticamente (a sabiendas que no van a dormir adecuadamente después por algún evento), y otras, solo por placer. Una siesta de tan solo 10 minutos ya tiene beneficios sobre la salud.
Se publicó en septiembre del 2019, en una importante revista médica británica (1) una investigación a cargo de un grupo de investigadores suizos.
Evaluaron la asociación entre la frecuencia siesta (es decir, cada cuánto se toma) y la ocurrencia de incidentes cardiovasculares, en busca de un beneficio, o no.
Tomaron una población de 3462 suizos, sin antecedentes de enfermedad cardiovascular, de 35 a 75 años. Se les preguntó si, en la última semana, habían dormido siesta, y si lo habían hecho, cuántas veces, y cuánto tiempo por vez. Se les hizo un seguimiento de más de 5 años.
Se tomó de los participantes que “dormían la siesta,” si habían dormido al menos una vez la siesta en la semana previa. Según la frecuencia de la siesta durante la última semana, se los dividió en 4 grupos: los que no durmieron, y los que durmieron 1-2, 3-5 y 6-7 siestas en esa semana.
Según la duración de la siesta diaria, se los dividió a su vez en 2 grupos: los que dormían menos de una hora, y los que dormían más de una hora.
Se evaluó la incidencia de eventos cardiovasculares, tanto fatales, como no fatales (accidentes cerebrovasculares, infartos de miocardio y el desarrollo de cardiopatía isquémica).
A los participantes se les tomaron muestras de sangre. Se les realizó un examen físico en el que se tomó la presión arterial, y se calculó el índice de masa corporal (IMC). Se les pidió que completarán distintos cuestionarios, con preguntas sobre las actividades de la vida diaria, el sueño y la actividad física, entre otras.
Mediante distintos cálculos estadísticos, se evaluó el efecto de dormir la siesta, de su frecuencia, y de su duración diaria, durante una semana, sobre la tasa de eventos cardiovasculares, en 5.3 años de seguimiento en promedio.
Se evaluaron también las horas de sueño diarias, la presencia o no de somnolencia diurna, y en un subgrupo de pacientes, se realizó un estudio de sueño para evaluar la existencia de apneas obstructivas del sueño.
De las casi 3500 personas incluidas, 2014 (58%) no habían dormido la siesta la semana previa, y el resto, si lo habían hecho. 667 personas (19%) habían tomado 1-2 siestas, 411 (12%) 3-5, y 370 había tomado 6-7 siestas semanales.
Los que tomaron siestas con más frecuencia, fueron de más edad, en su mayoría hombres, y con un menor nivel educativo. A su vez, tenían mayor índice de masa corporal (es decir, tenían más sobrepeso, y más obesidad), sufrían más de somnolencia diurna, y tenían más apneas obstructivas del sueño severas, que los que no tomaron siestas en la semana previos.
Tras más de 5 años de seguimiento, se dieron 154 eventos cardiovasculares (síndromes coronarios agudos, accidentes cerebrovasculares, cardiopatía isquémica).
El mayor porcentaje de eventos cardiovasculares se dio en la población que dormía la siesta con más frecuencia (6-7 veces en la semana evaluada). Esto, como dijimos antes, coincide con una población con más edad, más hombres, más sobrepeso y obesidad, y más apneas obstructivas del sueño severas, es decir, con más posibilidades de enfermar. Al corregir estos datos por los factores de riesgo demográficos, socioeconómicos, cardiovasculares y relacionados al estilo de vida, este aparente mayor riesgo al dormir más veces la siesta, desaparece.
El menor porcentaje de eventos cardiovasculares se vio en las personas que dormían la siesta 1 o 2 veces por semana: estas tenían casi la mitad de riesgo de tener un evento adverso cardiovascular (48% menos riesgo), que las personas que no dormían la siesta.
Una frecuencia de siesta mucho mayor, no se asoció con un mayor beneficio cardiovascular. No se encontró, al menos en este estudio, una asociación entre la duración de la siesta, y los eventos cardiovasculares.
En conclusión, el dormir la siesta 1 o 2 veces por semana, podría proteger contra distintos eventos adversos cardiovasculares, y ser una sana costumbre, además de placentera.
Referencias
INFOBAE