Se publicó en The BMJ en septiembre del año pasado, a cargo de dos profesionales de la Universidad de Wisconsin, de los Estados Unidos, una interesante nota que repasa la evidencia acerca de una patología subdiagnosticada a menudo, y que parece ser más frecuente de los que pensamos. Neumonía organizada por SARS-CoV-2: ¿Ha habido un fracaso generalizado para identificar y tratar está condición prevalente en el Covid-19? aborda la incidencia de la neumonía organizada en asociación al Covid-19.
Desde el inicio de la pandemia por COVID-19 se ha discutido el papel de los corticoesteroides como herramienta terapéutica. Inicialmente denostados, luego se demostró su utilidad en el protocolo Recovery, donde utilizan dexametasona en aquellos pacientes con requerimiento de oxígeno suplementario o cualquier tipo de soporte ventilatorio. Por otra parte, se han observado hallazgos clínicos y tomográficos sugestivos de neumonía organizada (OP), así como de otras entidades relacionadas como la neumonía organizada fibrinoide aguda (AFOP). Estas entidades se han confirmado mediante estudios anatomo-patológicos en paciente con COVID-19.
Conforme dichos hallazgos se ha hipotetizado que la mejoría clínica relacionada con la corticoterapia podría tener relación con que la alteración pulmonar generada por el virus, es una forma de neumonía organizada secundaria. Si esta consideración es cierta, deberá definirse en estudios futuros la dosis de los corticoesteroides utilizados, así como la duración del tratamiento.
Quizás debamos no aplicar tan estricta y universalmente los resultados del protocolo Recovery, y ajustar el tratamiento corticoesteroideo a cada paciente individual. La dosis y el tiempo de tratamiento en los pacientes con OP es sustancialmente más elevada y mas prolongada, que la utilizada “protocolarmente” en COVID-19.