Cada infección pasada parecería no proteger contra las infecciones futuras generadas por nuevas variantes del SARS-CoV-2, principalmente Delta y Ómicron.
Se publicó en The BMJ el 7 de febrero Covid-19: los científicos advierten que la infección pasada no protege contra las futuras variantes, dónde revisan los últimos datos publicados por el Zoe Study Group del Imperial College de Londres, un gran ensayo clínico basado en una aplicación en el participan millones de británicos, a través de un evento vía zoom, el 3 de febrero.
La vacunación es la mejor protección contra una infección, mucho más que una infección pasada. Ambas situaciones son superadas por haber tenido una infección, más estar vacunado, como se vió anteriormente (1).
La variante original tiene grandes diferencias con las nuevas variantes, principalmente a nivel de la proteína S.
El sublinaje BA.2, con más de 1.000 casos confirmados en Inglaterra al 31 de enero, se caracteriza por una mayor velocidad de diseminación (30% mayor que BA.1), por lo que está desplazando la variante principal en algunos países, como Dinamarca, y por una mayor probabilidad de contagiar a los convivivientes en el domicilio.
Ambas variantes de Ómicron tienen grandes cambios en la proteína S, lo que hace que los anticuerpos generados por una infección previa o por las vacunas, no las reconozcan bien. Tiene algunos cambios menos que BA.1, lo que hace que tenga un balance mejor entre el escape a los anticuerpos, y la transmisibilidad.
La posibilidad de generar vacunas dirigidas contra las variantes en particular (por ejemplo, una vacuna ARNm específica para Ómicron), no parece ser la mejor estrategia de control: lo que ha sucedido, por ejemplo, contra Beta, es que la vacuna llegó cuando la variante ya había sido reemplazada.
En cambio, plantean acá la necesidad de generar una nueva vacuna Covid-19, pero que sea multivalente, contra varias variantes a la vez, lo cual constituye un gran desafío.