Un estudio sueco de casos y controles publicado en E Clinical Medicine, de The Lancet, propuso que los tatuajes podrían ser un factor de riesgo de linfoma maligno (1). Lo resumimos en INFOMED.
PUNTOS CLAVE
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En Europa, más del 20 % de las personas tienen tatuajes, y en Estados Unidos, aproximadamente el 30%.
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En los últimos años empezamos a comprender los efectos a largo plazo de los tatuajes sobre la salud. Las tintas de tatuajes contienen PAH, PAA, metales como arsénico, plomo y níquel, muchas sustancias clasificadas como cancerígenas. Hoy en día se sabe que los ganglios linfáticos contienen células sensibles a sustancias químicas cancerígenas.
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Una cantidad significativa de sustancias químicas presentes en la tinta de tatuajes están clasificadas como cancerígenas por la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer. Hasta el 99% del pigmento de tatuajes puede migrar con el tiempo hacia los ganglios linfáticos.
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Un nuevo estudio sueco en busca de respuestas mostró un riesgo 21% mayor de linfoma en personas tatuadas (IRR = 1.21).
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Duración de la exposición: El riesgo fue más alto en quienes tenían menos de 2 años desde su primer tatuaje (IRR = 1.81).
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Los tatuajes se asociaron con mayor riesgo de linfoma difuso de células B grandes (IRR = 1.30) y linfoma folicular (IRR = 1.29).
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El diseño de casos y controles y la baja tasa de respuesta (47% – 54%) dificultan establecer causalidad.
Tatuajes: cada vez más populares
La popularidad de los tatuajes aumentó drásticamente en las últimas décadas: en Europa, su prevalencia es superior al 20%, y en Estados Unidos se estima en aproximadamente el 30%.
La mayoría de las personas se hacen su primer tatuaje a una edad temprana, lo que implica la exposición a algunos componentes químicos de la tinta del tatuaje durante casi toda la vida.
¿Un proceso sin riesgos?
En los últimos años, empezamos a comprender los efectos a largo plazo de los tatuajes sobre la salud.
Las tintas para tatuajes son mezclas de pigmentos de color orgánicos e inorgánicos, junto con precursores y subproductos de la síntesis de pigmentos y aditivos.
Las tintas de color pueden contener aminas aromáticas primarias (PAA), las tintas negras a menudo contienen hidrocarburos aromáticos policíclicos (PAH), y ciertos metales (es decir, arsénico, cromo, cobalto, plomo y níquel) se encuentran en la tinta de todos los colores.
Una cantidad significativa de sustancias químicas presentes en la tinta de tatuajes están clasificadas como cancerígenas por la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer.
Durante el proceso de tatuado, la tinta se inyecta en la dermis a través de punciones repetidas en la barrera cutánea.
Cuando un antígeno traspasa la barrera cutánea, la respuesta inmunológica local incluye la translocación celular del antígeno a los ganglios linfáticos locales, desde donde se inicia una respuesta inmunológica sistémica.
La translocación de la tinta del tatuaje parece ser muy eficaz: el 32% del pigmento inyectado se transloca después de 6 semanas, y que hasta el 99% puede translocarse con el tiempo.
En el ámbito clínico, se han descrito ganglios linfáticos pigmentados y agrandados en individuos tatuados durante décadas. Se ha confirmado la translocación de pigmentos de tatuajes tanto negros como de color a los ganglios linfáticos humanos, al igual que los depósitos de partículas metálicas provenientes del uso de agujas para tatuajes.
Los ganglios linfáticos contienen células en proliferación, y son objetivos sensibles para sustancias químicas cancerígenas.
Cada vez hay más pruebas de que la alteración inmunológica por exposición a solventes, retardantes, a pesticidas y a tinturas para el pelo podría desempeñar un papel clave en la patogénesis de los linfomas malignos.
¿Tatuajes y linfomas?
En las últimas décadas, hubo un aumento global de la incidencia de los linfomas malignos que sigue en gran medida sin explicación.
Hasta el momento, solo un estudio abordó los tatuajes como un factor de riesgo para el linfoma. En este, Warner y colaboradores no encontraron evidencia de un mayor riesgo de linfoma no Hodgkin en los individuos tatuados. Su estudio se basó en datos recopilados entre 2000 y 2004, que es bastante temprano en la generalización de los tatuajes, y el análisis probablemente no tuvo la potencia suficiente debido al pequeño número de participantes tatuados.
Un nuevo estudio sueco en busca de respuestas
Un grupo de investigadores suecos se propuso investigar si la exposición a tatuajes aumenta el riesgo de linfoma maligno.
Para esto llevaron adelante un estudio de casos y controles basado en la población que utilizó los registros de la autoridad nacional sueca.
Además, investigaron las relaciones entre la exposición, la respuesta y el efecto de la duración de la exposición, teniendo en cuenta el tiempo transcurrido entre el primer tatuaje y el año índice.
Por último, exploraron la asociación entre la exposición a tatuajes y los subtipos de linfoma.
Para este estudio, identificaron todos los casos de incidentes de linfomas malignos diagnosticados entre 2007 y 2017, en personas de 20 a 60 años, en el Registro Nacional de Cáncer de Suecia.
Se seleccionaron 3 controles aleatorios emparejados por edad y sexo por caso del Registro de Población Total.
Evaluaron la exposición a través de un cuestionario en 2021 y se recuperaron datos sobre posibles factores de confusión de los registros.
Los resultados: ¿Qué encontraron en este estudio?
La población del estudio consistió en 11.905 individuos, y la tasa de respuesta fue del 54% entre los casos (n = 1398) y del 47% entre los controles (n = 4193).
La prevalencia de tatuajes fue del 21% entre los casos, y del 18% entre los controles.
Los individuos tatuados tuvieron un mayor riesgo ajustado de linfoma general (IRR = 1.21). Es decir, el riesgo de tener un linfoma fue un 21% mayor en los individuos con tatuajes.
El riesgo de linfoma fue más alto en individuos con menos de 2 años entre su primer tatuaje y el año índice (IRR = 1.81). Acá, el riesgo fue un 81% mayor.
El riesgo disminuyó con la duración de la exposición intermedia (3 a 10 años), pero aumentó de nuevo en individuos que recibieron su primer tatuaje ≥ 11 años antes del año índice (IRR = 1.19).
No sé encontró evidencia de un aumento del riesgo con un área más grande de superficie corporal total tatuada.
El riesgo asociado con la exposición a los tatuajes pareció ser más alto para el linfoma difuso de células B grandes (IRR 1.30) y el linfoma folicular (IRR 1.29).
Las conclusiones: ¿Qué nos deja este estudio?
Estos hallazgos sugieren que la exposición a tatuajes podría estar asociada con un mayor riesgo de linfoma maligno.
Se necesitan más investigaciones epidemiológicas para establecer la causalidad.
Entre las limitaciones del estudio está el diseño observacional de casos y controles del estudio, uno de los tipos de diseño más débiles para establecer causalidad, y su baja tasa de respuesta al cuestionario del 47% al 54%.