Potencial aumento en la esperanza de vida asociado al cumplimiento de objetivos en tratamientos de adultos estadounidenses con diabetes tipo 2.
Autores:Hamed Kianmehr, PhD; Ping Zhang, PhD; Jing Luo, MD; Jingchuan Guo, MD, PhD; Meda E. Pavkov, PhD; Kai McKeever Bullard, PhD; Edward W. Gregg, PhD; Naykky Singh Ospina, MD; Vivian Fonseca, MD; Lizheng Shi, PhD; Hui Shao, MD, PhD
Revista: JAMA
Fecha de publicación: 18/04/2022
Un grupo de investigadores de la Universidad de Florida, Estados Unidos, estudió el impacto de los distintos factores de riesgo cardiovasculares, como el peso corporal, la hipertensión arterial, el colesterol y la glucemia en la expectativa de vida de las personas con diabetes tipo 2. Estos fueron los resultados.
Objetivo y valor del estudio
El 18 de abril de este año se publicó en la revista JAMA un artículo original (1), realizado por investigadores de la Universidad de Florida, con el objetivo de analizar el impacto del grado de control de los factores de riesgo cardiovascular (FRCV) en la expectativa de vida de las personas con diabetes tipo 2 (DM2).
Los pacientes con DM2 presentan un mayor riesgo de complicaciones macro y microvasculares, lo que incrementa su riesgo de muerte prematura. Es sabido que un mejor control de la tensión arterial (TA), la glucemia, el colesterol y el peso corporal podría reducir el riesgo de eventos cardiovasculares en dicha población, sin embargo, el control de los FRCV continúa siendo subóptimo.
Metodología
Los autores realizaron un experimento de microsimulación utilizando el modelo de decisión analítico BRAVO (Building, Relating, Assessing and Validating Outcomes) desarrollado en base a datos del estudio ACCORD, y que utiliza perfiles de riesgo para estimar resultados de salud a largo plazo.
Para ello calibraron el modelo a una muestra representativa nacional de los Estados Unidos proveniente de la encuesta nacional de nutrición y salud (2015-2016) formada por 421 pacientes con DM2 sin enfermedad cardiovascular (46% mujeres, edad media 65.6 años).
Evaluaron el impacto de los distintos grados de control de los FRCV en la expectativa de vida utilizando la correlación con la mortalidad a corto plazo obtenida del índice nacional de mortalidad.
Resultados
Disminuir el índice de masa corporal (IMC) fue el mayor predictor de cambio en la expectativa de vida en los pacientes con DM2. Comparados con el IMC del cuarto cuartilo (41.4) el IMC del primero (24.3), del segundo (28.6) y del tercero (33.0) se asociaron con 3.9, 2.9 y 2.0 años adicionales de vida, respectivamente.
Respecto a la TA sistólica, comparado con el cuarto cuartilo (160.4 mmHg), valores menores, 114.1 mmHg (primero), 128.2 mmHg (segundo) y 139.1 mmHg (tercero) se asociaron con 1.9, 1.5 y 1.1 años ganados, respectivamente. Reducir la A1c de 9.9% (cuarto cuartilo) a 7.7% (tercero) se asoció con 3.4 años de vida ganados en expectativa de vida. Sin embargo, una mayor reducción a 6.8% (segundo) se asoció solo con una media de 0.5 años ganados, y de 6.8% a 5.9% (primero) no se asoció a mayor beneficio.
Respecto al perfil de LDL, los valores de 59 mg/dl, (primer cuartilo) 84.0 mg/dl (segundo), 107.0 mg/dl (tercero) se asociaron con 0.9, 0.7 y 0.5 años de vida ganados respecto al colesterol LDL de 146.2 mg/dl (cuarto cuartilo).
Figura 1. Ganancia en años de vida, asociada con diferentes niveles de biomarcadores en personas con diabetes tipo 2.
El mapa de calor (Figura 2) fue diseñado como una herramienta de referencia para apoyar la toma de decisiones compartida entre médicos y pacientes. Los médicos pueden localizar fácilmente el casillero correspondiente a la edad, el sexo y los valores actuales de biomarcadores de un paciente en el punto de atención y evaluar las ganancias potenciales en expectativa de vida al modificar de manera individual cada factor de riesgo. Este método intuitivo proporciona una plataforma tangible para que el paciente visualice el beneficio del tratamiento y mejore la motivación y el proceso de toma de decisiones compartido.
Figura 2. Años de vida restantes estimados en hombres y mujeres con diabetes tipo 2 y sin enfermedades cardiovasculares.
Conclusiones
Las diferencias en IMC y A1c tuvieron la asociación más fuerte con la ganancia de expectativa de vida desde una perspectiva poblacional. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que estos cambios no son fácilmente alcanzables en la práctica y el beneficio hallado correspondería si se produjese el mantenimiento en el tiempo del nuevo valor de cada parámetro (efecto de techo).
Así mismo, la reducción de la TA sistólica del cuarto al primer cuartilo se asoció con un cambio menor en la expectativa de vida en comparación con la reducción del IMC. No obstante, esto no implica que el control de la TA sea menos importante que la reducción del IMC.
El costo relativamente bajo de los medicamentos antihipertensivos y la fuerte relación causal entre la TA sistólica y las complicaciones macrovasculares hace que el control de este FRCV sea de alto valor clínico y económico.
Desde un punto de individual se observa una gran variación en los beneficios asociados al mejor control de la DM2, asociado a las características personales de cada paciente. El impacto del control de los FRCV fue más pronunciado en los adultos jóvenes, y disminuye a mayor edad. Este hallazgo enfatiza la importancia del control de los distintos biomarcadores a edades tempranas.
Por otro lado, debe tenerse en cuenta que este estudio presenta algunas limitaciones. En primer lugar, al analizarse los datos de pacientes incluidos en el estudio ACCORD (publicado en 2010) no se tiene en cuenta el potencial efecto de los nuevos fármacos antidiabéticos con beneficio cardiovascular demostrado.
En segundo lugar, las estimaciones están limitadas por la precisión de proyección del modelo de simulación BRAVO. En tercer lugar, no fue posible distinguir el tipo de diabetes de los pacientes analizados, pues la encuesta utilizada para formar la muestra no los diferencia (cabe destacar que como el 90% de la población con diabetes de Estados Unidos presenta DM2 este sesgo tendría consecuencias limitadas).
En cuarto lugar, la ganancia en expectativa de vida asociada con la reducción de un solo biomarcador en la práctica clínica es probable que sea incluso mayor que esta estimación, pues las reducciones en biomarcadores individuales a menudo conducen a reducciones en otros factores simultáneamente.
Por último, la enfermedad renal terminal no se seleccionó como variable en el modelo BRAVO. Esto podría conducir potencialmente a una sobreestimación de la expectativa de vida. Sin embargo, teniendo en cuenta que la incidencia de enfermedad renal en etapa terminal proyectada es baja, este problema de sobreestimación sería menor.
En conclusión, cuantificar los potenciales años de vida ganados en expectativa de vida asociado al control de distintos FRCV en los pacientes con DM2, podría ser una herramienta útil que permitiría a responsables de las políticas públicas y profesionales de la salud seleccionar objetivos óptimos de tratamiento, medir los beneficios de las intervenciones y programas para el control de la DM2 y compartir dicha información para motivar a los pacientes en la práctica diaria.