Recibirse y no tener trabajo

por | 24, Jul, 2023 | Psicología

5 minutos de lectura

Una investigación desafía la creencia de que el título universitario asegura empleo, revelando diferencias significativas entre sectores socioeconómicos, donde muestra que el origen social continúa determinando las posibilidades laborales, evidenciando la persistente brecha entre clases y la insuficiencia de la educación para superar esta barrera.

En el mundo del empleo, se ha aceptado ampliamente la premisa de que el título universitario es la clave para mejorar las oportunidades laborales. Sin embargo, una investigación realizada por la reconocida experta en educación Guillermina Tiramonti desafía esta creencia arraigada.

A pesar de que muchas de estas verdades han sido desmentidas por los hechos, la enunciación a la que nos referimos se mantiene incuestionada. En parte porque es funcional para todos y además es posible fundamentarla recurriendo al dato estadístico que muestra que quienes han alcanzado mayor titulación ostentan una tasa de desempleo más baja. Sin embargo, como todos sabemos, las estadísticas sirven tanto para mostrar como para ocultar.

Tiramonti repite y extiende, abarcando entre el año 2000 al 2017, la investigación que Alejandra Sendón publicó hace unos años en la revista Propuesta Educativa donde mostró que para 2010 esta relación lineal entre uno y otro término (titulación y empleo) no era tan lineal. La autora dividió la población en tres sectores, los ricos, los pobres y el sector medio, y los datos son elocuentes:

  • Para quienes pertenecen al sector más rico de la población, sea cual sea su titulación (desde primaria hasta la universidad completa), la tasa de desempleo oscila entre el 1,3% y el 1,5%.
  • Para quienes son pobres y tienen la misma titulación que los ricos, la tasa oscilará entre el 14,8% y el 20,5%, siendo la relación entre uno y otro término -titulación y desempleo- directamente proporcional, o sea, a más titulación, más desempleo para los pobres (datos de la EPH, Indec, 1917).
  • Para quienes integran los sectores medios, la situación es la misma: la oscilación va entre el 5,6% para los que tienen primaria completa y el 3,6% para los que terminaron la universidad. O sea, para cualquiera de los grupos sociales, la titulación genera escasas oportunidades de cambio en su empleo.

Si se proviene del tercio más bajo de la población, la mejor posibilidad de empleo está en mantenerse con primaria incompleta donde la tasa de desempleo es del 14,5%, más baja que con nivel universitario completo.

¿Cómo se explica esto? ¿Dónde está la trampa? Las posibilidades laborales que el mercado ofrece a los pobres son las tradicionalmente destinadas a este grupo social, los números dicen que los cargos de mayor jerarquía no le son asignados a este grupo social. Tiramonti concluye que la suerte laboral de las personas está más atada a su capital social, es decir, las amistades, los contactos, los modos de presentarse, los hábitos lingüísticos y el modo de relacionarse con otros que con los títulos académicos.

Es importante aclarar, y es obvio, también, que la educación aporta también ese capital cultural beneficioso para desempeñarse en la vida.

Lo importante de esos datos no son los números, ya que llegan hasta el 2017 y pueden cambiar de acuerdo al momento del país, lo importante es la tendencia. ¿Esto quiere decir que todo está determinado y que entonces para qué estudiar? claro que no. Lo que quiero marcar, fundamentalmente, es que el pensamiento lineal de creer, por ejemplo, que «tal carrera da plata» y «tal carrera no», o que «sin un título no sos nadie» es simplista y engañoso. Es tratar de tener en la palma de la mano y que de ese modo me dé garantía y seguridad respecto al futuro las múltiples variables que inciden en el mundo laboral.

La relación previsible de educación y trabajo que funcionaban, hace algunas décadas, como pilares desde donde proyectar el futuro, hoy se desmorona y no alcanza.

Hoy se hace evidente que existe un desafío persistente en la sociedad actual. A pesar de los avances en términos de acceso a la educación y la igualdad de oportunidades, la brecha entre clases sociales sigue siendo una realidad palpable que influye en el futuro de las personas.

¿Hasta qué punto la educación puede romper las barreras estructurales que perpetúan la desigualdad?

A pesar de que la educación brinda un capital cultural valioso y puede desarrollar habilidades individuales, no parece ser suficiente para superar los obstáculos inherentes al origen social.

El desafío de superar las divisiones de clase y las limitaciones de las oportunidades laborales requiere un enfoque colectivo y multidimensional. Es necesario trabajar en conjunto para crear una sociedad más justa y equitativa, donde el futuro no esté predeterminado por el origen social, sino por el talento, la pasión y el esfuerzo individual. Solo a través de un compromiso genuino y acciones concretas podremos avanzar hacia un panorama laboral más inclusivo y justo para todos.

Sobre el autor

Marcos Tabossi

Marcos Tabossi

AUTOR

Lic. en Psicología, MP: 25.281 - Psicoanalista, docente y escritor. Orientador Vocacional en UNLu (Universidad Nacional de Luján) y en forma privada Coordinador de talleres, procesos grupos e individuales de Orientación vocacional.

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