Recientemente, se publicó en The New England Journal of Medicine una revisión acerca de la fisiología del hambre, un impulso tan antiguo como la humanidad (1). Lo resumimos en INFOMED.
PUNTOS CLAVE
Evolución del Hambre
El hambre es un instinto ancestral de supervivencia, regulado por vías complejas, que involucran los 5 sentidos. Históricamente, cuando los humanos eran cazadores-recolectores, con un suministro impredecible de alimentos, la regulación del hambre implicaba principalmente mantener un equilibrio metabólico entre la ingesta y el gasto calórico.
Hace 12 mil años, la agricultura cambió esta dinámica, aumentando la disponibilidad de alimentos densos en energía y sabrosos.
Esto quiere decir que hace «solo» 12 mil años, la provisión de alimentos cambió, pero la fisiología del hambre no tuvo tiempo para esto (este impulso se moldeó a lo largo de 2 millones de años). En efecto, el mecanismo de regulación del hambre está dado para favorecer el consumo excesivo y la acumulación de grasa como reserva de energía: esto ahora tiene consecuencias mu negativas para la salud.
Tipos de Hambre
Existen distintos tipos de hambre, cada uno, con características distintivas.
Hambre homeostático
Este es el impulso fisiológico a comer, desencadenado por la privación de energía (inanición aguda) para mantener el equilibrio energético. Es controlado principalmente por el eje cerebro-intestino (hipotálamo-intestino).
Hambre Hedónico (apetito)
Este es el impulso a comer motivado por el placer, en ausencia de necesidad calórica aguda (es decir, es el apetito). Este tipo de hambre puede anular el control hipotalámico y llevar al consumo de alimentos densos en energía.
Hambre impulsado por la microbiota
Se reconoce el papel del microbioma intestinal en la modulación de los circuitos del hambre, a través de hormonas y metabolitos.
- En síntesis, para entender los intrincados mecanismos que intervienen en la regulación del hambre, es necesario distinguir entre el hambre, el impulso fisiológico a comer que se desencadena por la inanición (privación aguda de energía para mantener el equilibrio energético), y el apetito, o hambre hedónico, con una ingesta de alimentos impulsada por el placer en lugar de por la necesidad metabólica.
Mecanismos del hambre homeostático
En este tipo de hambre, operan distintos mecanismos:
- Estimulación. El estómago vacío estimula el nervio vago y la secreción de grelina (la «hormona del apetito»).
- Regulación hipotalámica. Se envían señales neuronales y endocrinas al hipotálamo, donde se activan neuronas AgRP (que promueven el hambre).
- Inhibición. La distensión gástrica y la presencia de nutrientes en el intestino inician las vías de saciedad, mediante la liberación de hormonas como GLP-1 (Glucagon-like peptide-1, el sustrato de las drogas del momento para bajar de peso como semaglutida, liraglutida, y tirzepatida), colecistoquinina (CCK) y PYY (péptido YY). Estas actúan principalmente en el sistema nervioso central a nivel del hipotalámo.
- Saciedad Metabólica. La saciedad tardía se alcanza cuando aumentan los niveles plasmáticos de aminoácidos, glucosa e insulina.
Mecanismos del hambre hedónico
El deseo de comer por placer puede sobrepasar el control hipotalámico en presencia de mucha comida. Este está influido por emociones (positivas y negativas), preferencias de sabor y factores socioeconómicos y culturales.
El sistema de recompensa cerebral (dopamina, cannabinoides, opioides, orexina) juega un papel importante. Existe en relación con esto, la «Escala del Poder de los Alimentos» (PFS), qué cuantifica el hambre hedónico.
Este tipo de hambre está muy relacionado con la atención visual hacia alimentos apetitosos, y la posibilidad de un comer descontrolado. El hambre hedónico es multifactorial y requiere estrategias individualizadas para su abordaje.
El hambre hedónico también está influido por emociones negativas y, más frecuentemente, positivas, lo que resulta en diferencias individuales en el comportamiento alimentario.
El papel de la microbiota intestinal (sí, esta tiene que ver con todo)
La microbiota (bacterias, hongos, etcétera) influye en los circuitos del hambre a través de hormonas y metabolitos. La disbiosis (diversidad disminuida de la microbiota) se ha relacionado con la resistencia a la leptina y la inflamación en la obesidad.
Distintos metabolitos microbianos, como los ácidos grasos de cadena corta (butirato, propionato, acetato), succinato e indol, modulan el apetito de diversas maneras. Algunos péptidomiméticos bacterianos (como ClpB de la Escherichia coli) imitan hormonas supresoras del hambre.
La microbiota intestinal es simbionte con el huésped: esta proporciona protección contra patógenos y contribuye a la programación del sistema inmunitario y al control de las funciones metabólicas clave, incluido el metabolismo energético.
Control genético del hambre
Aunque las influencias socioeconómicas y psicológicas son claras, también hay un factor genético que puede afectar las preferencias alimentarias y la cantidad de ingesta.
Existen raros trastornos monogénicos que causan hiperfagia y obesidad, como el síndrome de Prader-Willi y mutaciones en los genes LEP (leptina) o LEPR (receptor de leptina). No obstante, las formas monogénicas de obesidad representan menos del 7% de los casos de obesidad infantil.
Consecuencias de la desregulación del Hambre
La desregulación del hambre tiene distintas consecuencias, cómo por ejemplo los trastornos de la alimentación. Entre estos están la anorexia nerviosa (restricción severa), la hiperfagia, la obesidad y los trastornos metabólicos asociados, como la diabetes mellitus tipo 2.
Anorexia nerviosa
A pesar de niveles altos de grelina, los pacientes experimentan un control desregulado del apetito. Existen además disfunciones en las vías de la dopamina y la serotonina, así como cambios en la microbiota.
Obesidad
Este es un problema creciente de salud pública, con un impacto económico y social significativo. En la última década, se sumó a su terapéutica, el uso de agonistas del receptor de GLP-1.
En resumen: ¿Por qué tenemos que saber la fisiología del hambre?
El conocimiento de la fisiología del hambre abre puertas a tratamientos personalizados y estrategias preventivas.
Existe la necesidad de generar políticas públicas para abordar el desperdicio de alimentos y la distribución equitativa. Es importante en el futuro continuar investigando la compleja interacción entre genética, ambiente, microbiota y circuitos neuronales del hambre.
Referencias