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Guía internacional para el uso clínico de albúmina intravenosa: recomendaciones clave para el médico internista

Una nueva guía de práctica clínica publicada por JAMA, presenta recomendaciones internacionales sobre el uso de albúmina intravenosa en pacientes con cirrosis, enfermedades críticas, cirugía cardiovascular y terapia de reemplazo renal. 2 profesionales de la Universidad de Colorado y de Chicago, Estados Unidos, nos resumen los puntos principales.

Puntos Clave

  • La albúmina humana intravenosa ha sido ampliamente utilizada por décadas en escenarios clínicos como la cirrosis hepática, el shock séptico y la cirugía cardíaca. Sin embargo, su indicación específica, dosis adecuada y costo-beneficio han sido motivo de debate.
  • La nueva guía propone una visión más prudente y racional del uso de albúmina, priorizando indicaciones específicas como la PBE y la paracentesis de gran volumen.

¿Por qué una nueva guía?

La albúmina humana intravenosa ha sido ampliamente utilizada por décadas en escenarios clínicos como la cirrosis hepática, el shock séptico y la cirugía cardíaca.

Sin embargo, su indicación específica, dosis adecuada y costo-beneficio han sido motivo de debate. Frente a esta situación, la International Collaboration for Transfusion Medicine Guidelines (ICTMG, su acrónimo en inglés) desarrolló un documento de consenso basado en revisiones sistemáticas, con 14 recomendaciones que abarcan desde la ascitis hasta la enfermedad renal aguda.

Indicaciones en pacientes con cirrosis

Paracentesis de gran volumen (>5 L).

  • Recomendación: Uso de albúmina IV para prevenir la disfunción circulatoria postparacentesis (PICD, por su acrónimo en inglés).

Esta recomendación condicional, y el nivel de evidencia es muy baja. Si bien el beneficio hemodinámico es teórico, se sostiene por estudios que muestran menor riesgo de insuficiencia renal y mortalidad en comparación con expansores sintéticos.

Peritonitis bacteriana espontánea (PBE)

  • Recomendación: Se sugiere su uso como complemento a antibióticos para reducir mortalidad.

El nivel de evidencia en esto es bajo. La recomendación se basa principalmente en estudios con pacientes con alto riesgo de síndrome hepatorrenal.

Hipoalbuminemia sin otras complicaciones

  • Recomendación: No usar albúmina solo para normalizar niveles séricos (>3 g/dL).

La administración empírica sin objetivo fisiopatológico concreto no mostró beneficios significativos en resultados clínicos.

Albúmina en pacientes críticamente enfermos (Hipovolemia y expansión plasmática).

La guía no favorece el uso rutinario frente a cristaloides en shock séptico u otros cuadros críticos, excepto en circunstancias muy seleccionadas.

Uso junto a diuréticos

  • Recomendación: No se sugiere su uso sistemático para movilización de líquidos en pacientes críticos con sobrecarga.

El nivel de evidencia acá es muy bajo. Si bien hay racionalidad teórica (aumento del gradiente oncótico), no se ha demostrado mejora en resultados clínicos.

Uso en cirugía cardiovascular

  • Recomendación: Evitar el uso profiláctico de albúmina durante o inmediatamente después de la cirugía.

La albúmina no mostró reducir complicaciones posoperatorias ni mejorar recuperación hemodinámica en forma consistente frente a alternativas más económicas como los cristaloides.

Terapia de reemplazo renal y albúmina

En pacientes con hipotensión relacionada con hemodiálisis, la albúmina puede considerarse caso por caso, aunque la guía enfatiza su uso restrictivo y basado en objetivos clínicos específicos.

Consideraciones generales y metodología de la guía

De las 14 recomendaciones, solo una es fuerte; las restantes son condicionales debido a evidencia limitada. Los niveles de evidencia fueron predominantemente bajos o muy bajos.

El panel incluyó especialistas en medicina interna, terapia intensiva, hepatología y nefrología de varios países.

Las conclusiones: ¿Qué le deja esta guía al médico internista?

La nueva guía propone una visión más prudente y racional del uso de albúmina, priorizando indicaciones específicas como la PBE y la paracentesis de gran volumen.

Su uso empírico generalizado ya no se sostiene sin respaldo clínico robusto. Para el internista, estos lineamientos implican una oportunidad para optimizar recursos y reducir prácticas de bajo valor.

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