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Dietas: todo lo que tenemos que saber (episodio I)

por | 21, Jun, 2024 | Nutrición

12–13 minutos de lectura

Resumimos en INFOMED una reciente publicación de The NEJM, donde un grupo de investigadores griegos y estadounidenses, hacen una revisión acerca de todo lo que tenemos que saber sobre los distintos patrones dietarios (1). En esta primera parte, las dietas basadas en plantas, y dietas bajas en grasas.

PUNTOS CLAVE

  • El consumo de alimentos proporciona al cuerpo humano nutrientes esenciales y no esenciales y, por lo tanto, promueve el crecimiento, y la salud.

  • La selección individual de los alimentos constituye la dieta. Estas se caracterizan por el contenido de nutrientes, la agrupación de los alimentos, y los patrones de consumo temporales.

  • Un grupo de investigadores revisó los fundamentos subyacentes y los componentes de las dietas más reconocidas, científicamente exploradas y ampliamente promovidas.
  • Los efectos beneficiosos de la dieta mediterránea pueden estar mediados a través de múltiples mecanismos, incluidos: reducción de los lípidos sanguíneos y de los marcadores de estrés inflamatorio y oxidativo; mejora de la sensibilidad a la insulina; mejora de la función endotelial y antitrombótica y la reducción de los cambios neurodegenerativos cerebrales.

  • Una mayor adherencia a las dietas vegetarianas se ha relacionado con un menor riesgo de enfermedades cardiovasculares, cardiopatía isquémica y muerte por cardiopatía isquémica, dislipidemia, diabetes mellitus tipo 2, ciertos tipos de cáncer y, potencialmente, muerte por cualquier causa.

  • Las dietas bajas en grasas pueden tener un efecto beneficioso sobre varios factores cardiometabólicos, incluidos: lípidos sanguíneos (particularmente el colesterol LDL, pero con un efecto reductor controvertido sobre el colesterol HDL); presión arterial; reducción del riesgo de infarto de miocardio, diabetes mellitus tipo 2 y muerte por cualquier causa. 

La alimentación

El consumo de alimentos proporciona al cuerpo humano nutrientes esenciales y no esenciales y, por lo tanto, promueve el crecimiento, y la salud. La elección individual de los alimentos, y la posible modificación de los hábitos alimentarios, son cuestiones complejas, influidas por qué alimentos estén disponibles, y como sean estos aceptados. La disponibilidad de los alimentos, depende de factores físicos, políticos y económicos.

De la infinidad de alimentos disponibles para el consumo, la selección se basa en factores socioeconómicos, culturales e individuales.

La selección individual de los alimentos constituye la dieta. Estas se caracterizan por el contenido de nutrientes, la agrupación de los alimentos, y los patrones de consumo temporales.

La gran lista de dietas disponibles se expande continuamente, y algunas de ellas han sido investigadas exhaustivamente. Probablemente, aunque no siempre, la mayoría de las dietas se siguen por el deseo de controlar el peso corporal.

Un grupo de investigadores revisó los fundamentos subyacentes y los componentes de las dietas más reconocidas, científicamente exploradas y ampliamente promovidas. Los resultados se publicaron en The NEJM.

Dietas basadas en plantas

DIETA MEDITERRÁNEA

Los patrones dietéticos adoptados por las personas en la región mediterránea, y los posibles efectos de estos patrones en la salud, se empezaron a estudiar después de la Segunda Guerra Mundial, por 2 científicos radicados en los Estados Unidos. Uno describió la dieta del pueblo de Creta, la isla griega, como «sorprendentemente buena» y «extremadamente bien adaptada a sus recursos naturales y económicos, así como a sus necesidades». 

Esta dieta consistía en:

  • Aceitunas
  • Cereales
  • Legumbres
  • Frutas (el postre típico de sobremesa)
  • Verduras y hierbas

Todo esto, con cantidades limitadas de:

  • Carne de cabra o caza
  • Leche
  • Pescado

El pan (integral, de cebada, trigo o ambos) tenía un papel predominante en cada comida. El aceite de oliva representaba una proporción relativamente grande de la ingesta energética.

La segunda investigación científica que avala los atributos de la dieta mediterránea es el Estudio de los Siete Países (Seven Countries Study, o SCS), liderado por Ancel Keys. En este, compararon distintas dietas y estilos de vida, de hombres de 7 países. Las tasas de muerte por cualquier causa y de muerte por enfermedad coronaria fueron más bajas en las cohortes en las que el aceite de oliva era la principal grasa dietética, comparado con las cohortes del norte de Europa y Estados Unidos.

Hoy en día, el término dieta mediterránea describe un patrón dietético caracterizado:

  • Predominio de alimentos vegetales (frutas, verduras, cereales con el menor procesamiento posible, legumbres, frutos secos y semillas)
  • Cantidades moderadas de productos lácteos, en su mayoría fermentados (por ejemplo, queso y yogur)
  • Cantidades bajas a moderadas de pescado y aves
  • Bajas cantidades de carne roja
  • Consumo de vino junto con la comida

Esta dieta ha sido la más investigada.

Una revisión general y metaanálisis de estudios observacionales y ensayos clínicos aleatorios (ECA), con datos de más de 12.800.000 participantes, sugirió que la evidencia es sólida para una asociación protectora entre la adherencia a la dieta mediterránea, y los siguientes resultados de salud (de 37 examinados):

  • Muerte por cualquier causa
  • Enfermedades cardiovasculares (incluidas enfermedad coronaria e infarto de miocardio)
  • Enfermedades coronarias
  • Enfermedades neurodegenerativas
  • Diabetes mellitus tipo 2

Los efectos beneficiosos de la dieta mediterránea pueden estar mediados a través de múltiples mecanismos, incluidos:

  • Reducción de los lípidos sanguíneos y de los marcadores de estrés inflamatorio y oxidativo
  • Mejora de la sensibilidad a la insulina
  • Mejora de la función endotelial y antitrombótica
  • Reducción de los cambios neurodegenerativos cerebrales

DIETAS VEGETARIANAS

Las dietas vegetarianas se han adoptado desde la antigüedad por razones éticas o filosóficas, y como parte de compromisos religiosos. Desde las últimas décadas del siglo XX se ha prestado cada vez más atención a los efectos asociados a la salud de las dietas vegetarianas, así como a los beneficios ecológicos (menores emisiones de gases de efecto invernadero, y menor uso del agua y de la tierra).

Hoy en día, el vegetarianismo puede comprender una amplia gama de conductas alimentarias.

Una dieta vegetariana se puede definir como cualquier patrón dietético que excluye la carne, los alimentos derivados de la carne y, en distinta medida, otros productos animales, mientras que el de «dieta basada en plantas» es un término más amplio que se utiliza para caracterizar patrones dietéticos que se basan principalmente en alimentos de origen no animal, pero no excluye los alimentos de origen animal. La dieta mediterránea es un ejemplo de este último tipo.

Las frutas, verduras, cereales, frutos secos, semillas, granos y legumbres constituyen una parte imporante de las dietas vegetarianas y basadas en plantas. En estas se incluyen:

  • Dieta vegana: Forma estricta de dieta vegetariana, que consiste únicamente en alimentos vegetales y excluye todos los alimentos y bebidas que derivan total o parcialmente de animales.
  • Dieta lacto-vegetariana: Los productos lácteos forman parte del régimen dietético.
  • Dieta ovo-vegetariana: Se pueden consumir huevos.
  • Dieta lacto-ovo- vegetariana: La versión más común de la dieta vegetariana, se permiten tanto productos lácteos como huevos.
  • Dieta pescatariana, o ictovegetariana: Permite pescados y mariscos, además de productos lácteos y huevos.

Finalmente, existen varias versiones de patrones dietéticos flexibles, clasificadas bajo el amplio término general de dietas flexitarianas, que son dietas vegetarianas que incluyen algunos productos animales, en cantidades y combinaciones variables.

Dada la multitud y multidimensionalidad de los patrones dietéticos vegetarianos, identificar un mecanismo biológico específico es todo un desafío. Se han invocado influencias en múltiples vías, incluidas las metabólicas, inflamatorias y de neurotransmisores, la microbiota intestinal, y la inestabilidad del genoma.

Una mayor adherencia a las dietas vegetarianas se ha relacionado con un menor riesgo de enfermedades cardiovasculares, cardiopatía isquémica y muerte por cardiopatía isquémica, dislipidemia, diabetes mellitus tipo 2, ciertos tipos de cáncer y, potencialmente, muerte por cualquier causa.

Se han debatido las asociaciones entre la adherencia a las dietas vegetarianas y la composición corporal, los marcadores antropométricos y las medidas relacionadas con el peso corporal. Cuanto más restrictiva sea la dieta, mayor será el riesgo de sufrir diversas deficiencias de nutrientes.

Los veganos son particularmente susceptibles a la deficiencia de vitamina B 12, ya que esta está presente solo en los alimentos de origen animal.

También se ha informado una menor ingesta de otros nutrientes (incluyendo vitamina B 2, niacina, yodo, zinc, calcio, potasio y selenio), algo que puede tener también efectos negativos sobre la salud. La suplementación nutricional, o el consumo intermitente de proteína animal en cantidades bajas a moderadas (el enfoque flexitarista), pueden mitigar los posibles efectos adversos para la salud.

Dietas bajas en grasas

Debido a que los lípidos y los hidratos carbohidratos son los 2 macronutrientes que hacen la mayor contribución a la ingesta total de energía en las dietas modernas, el objetivo de varias dietas para lograr un control exitoso del peso, y otros resultados de salud, es lograr un equilibrio de estos macronutrientes.

Las dietas bajas en grasas para perder peso ya existían antes de que la comunidad médica las promoviera para reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares.

Durante la década de 1980, se culpaba a las grasas dietéticas, de las enfermedades coronarias y la obesidad. Las dietas bajas en grasas, los productos bajos en grasas, y la ideología del bajo contenido de grasas se hicieron cada vez más populares.

Se considera que la dieta es baja en grasas cuando los lípidos aportan menos del 30% de la ingesta energética total. En las dietas muy bajas en grasas, el 15 % o menos de la ingesta total de energía se deriva de los lípidos (por ejemplo, un plan de dieta de 2000 kcal incluiría < 33 gramos de lípidos), dejando aproximadamente 10-15% de las proteínas, y el 70 % o más de los carbohidratos.

Dieta Ornish (una vegetariana «low fat») Esta es un tipo de dieta vegetariana muy baja en grasas, en la que los lípidos contribuyen con el 10% de las calorías diarias (proporción de grasas poliinsaturadas/ saturadas, > 1), y en la que las personas comen según lo deseen.

La adecuación de los nutrientes de las dietas bajas y muy bajas en grasas depende en gran medida de la elección individual de alimentos.

La adherencia a estas dietas puede es un desafío, ya que no solo deben restringirse muchos alimentos de origen animal, sino también los aceites vegetales y los alimentos vegetales aceitosos (por ejemplo, nueces y aguacates). En tales casos, se puede considerar la suplementación con productos enriquecidos.

Las dietas bajas en grasas se han evaluado en varios estudios e intervenciones dietéticas bien diseñados, incluido el ensayo de modificación dietética de la Women’s Health Initiative. Los resultados de este ensayo proporcionaron evidencia de una menor mortalidad por cáncer de mama entre las mujeres a las que se les recomendó seguir una dieta baja en grasas (20% de las calorías provenientes de lípidos), comparado con aquellas que siguieron su dieta habitual, pero la diferencia fue pequeña.

Las dietas bajas en grasas parecen conducir a la pérdida de peso, en comparación con la dieta habitual, pero pueden ser menos efectivas que las dietas bajas en carbohidratos u otras.

Además, las dietas bajas en grasas pueden tener un efecto beneficioso sobre varios factores cardiometabólicos, incluidos:

  • Lípidos sanguíneos (particularmente el colesterol LDL, pero con un efecto reductor controvertido sobre el colesterol HDL).
  • Presión arterial.
  • Reducción del riesgo de infarto de miocardio, diabetes mellitus tipo 2 y muerte por cualquier causa. 

Sin embargo, el tipo de grasa consumida también puede ser importante. La literatura sobre los mecanismos biológicos que vinculan varios ácidos grasos con las enfermedades cardiovasculares y la ingesta total de lípidos con la obesidad es extensa, y los mecanismos propuestos para las asociaciones de las dietas bajas en grasas con el cáncer incluye:

  • Alteraciones inmunes
  • Cambios antiinflamatorios
  • Producción de especies reactivas de oxígeno relacionada con los ácidos grasos
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Sobre el autor

Médico especialista en Medicina Interna. MN 117.882 – Egresado de la Universidad de Buenos Aires. Médico de Planta, Séptima Cátedra de Medicina – Hospital de Clínicas José de San Martín. Coordinador del módulo Clínico, Curso bienal de Emergentología – SAPUE. Asesor Médico, Gerencia Médica de Urgencias, OSDE. Contacto IG > @ramiroherediaok

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