Argentina lidera el ranking mundial de burnout, con un sorprendente 94% de trabajadores afectados. En este artículo, exploramos la importancia de la alineación entre pasión, habilidades y valores para prevenir el burnout. Además, analizamos los desafíos específicos que enfrenta el mercado laboral argentino, desde la cultura intensiva hasta la falta de políticas de bienestar.
Según una encuesta (1) realizada en noviembre de 2023, Argentina lidera el ranking mundial de burnout. O dicho de otro modo, somos, también, campeones del mundo en pasarla mal en el trabajo.
Se estima que el 94% de los trabajadores argentinos lo padecen.
El síndrome de Burnout o también conocido como síndrome de desgaste profesional, síndrome de sobrecarga emocional, síndrome del quemado o síndrome de fatiga en el trabajo fue declarado, en el año 2000, por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como un factor de riesgo laboral, debido a su capacidad para afectar la calidad de vida, salud mental e incluso hasta poner en riesgo la vida del individuo que lo sufre (2).
¿Cuándo?
¿Cuándo empieza este síndrome? ¿Cuándo elegimos un trabajo? ¿Cuándo nos cambian las condiciones laborales? ¿Cuándo nos toca un jefe que nos hace la vida imposible? ¿Cuándo?
El camino que elegimos para construir nuestro destino profesional es un pilar fundamental en la prevención del burnout.
Es acá, entonces, donde conceptos como pasión o vocación dejan de ser ideas poéticas y se hacen carne en función de prevenir el síndrome de Burnout.
La congruencia entre nuestras habilidades, intereses, valores y el trabajo que hacemos no solo es el terreno donde florece la satisfacción, sino también un escudo que resguarda nuestra salud emocional.
Lo sabemos de sobra:
Cuando nuestras ocupaciones se alinean con nuestras pasiones y competencias, cultivamos el terreno para el crecimiento personal y profesional.
Este alineamiento, a la vez, promueve una mayor motivación y un sentido de propósito que funcionan como escudos protectores ante el embate del burnout.
Por el contrario, la falta de identificación con la tarea que hacemos a diario, así como la percepción de estancamiento o frustración, son factores que nutren la espiral descendente hacia el agotamiento laboral, el estrés y, finalmente, el Burnout.
En Argentina, además, existen factores externos que están al acecho cuando nuestra motivación flaquea:
1. Cultura laboral intensiva: la cultura laboral tiende a ser intensiva, con jornadas más extensas que lo habitual y con altas expectativas de rendimiento. Es decir, mucha presión y poco descanso.
2. Inestabilidad económica y laboral: crisis e incertidumbre son dos estados con los que “aprendimos” a vivir. Pero claro, no es gratuito.
La incertidumbre sobre el futuro laboral, los recortes de personal y los cambios en las condiciones laborales aumentan la ansiedad, la sensación de vulnerabilidad y, otra vez, el síndrome de burnout.
3. Falta de políticas de prevención y apoyo: aunque la conciencia sobre el síndrome de burnout está en aumento, todavía hay una falta de políticas y programas de prevención y apoyo en muchas empresas argentinas. La falta de recursos y programas de bienestar laboral puede dejar a los trabajadores sin herramientas para hacer frente al estrés y la sobrecarga laboral, aumentando así el riesgo de burnout.
4. Falta de equilibrio entre vida laboral y personal: en Argentina, la cultura laboral a menudo favorece la dedicación excesiva al trabajo, dejando poco tiempo para actividades fuera del ámbito laboral que puedan proporcionar descanso y recuperación.
La satisfacción laboral, la autonomía percibida y el sentido de pertenencia son variables cruciales que determinan la resiliencia frente a las adversidades laborales.
La elección consciente y reflexiva de nuestra trayectoria profesional (una carrera, un trabajo, un oficio) no solo constituye un acto de autocuidado, sino también un pilar fundamental en la construcción de un futuro laboral gratificante y sostenible.